lunes, 3 de noviembre de 2008

Shibboleth

Please, mind the gap

En Octubre del año pasado, la escultora colombiana Doris Salcedo presentó en el Turbine Hall del Tate Modern en Londres esta “instalación” (incisión sería tal vez un término más adecuado).





La obra titulada “Shibboleth” consistía en una grieta practicada a lo largo de los casi 170 metros de largo que tiene este hall de entrada. El trabajo de Salcedo buscaba, en sus propias palabras:

"… marcar la división profunda que existe entre la humanidad y los que no somos considerados exactamente ciudadanos o humanos, marcar que existe una diferencia profunda, literalmente sin fondo, entre estos dos mundos que jamás se tocan, que jamás se encuentran".

La brecha entre ricos y pobres, primer y tercer mundo. La imposibilidad de conciliar posiciones políticas o religiosas y sobre todo, el drama de la exclusión dentro de un mismo país o sociedad.

Shibboleth es un término de origen hebreo que significa “espiga”, pero que servía como mecanismo de identificación, debido a la dificultad que reportaba en su pronunciación para los extranjeros. La anécdota que mejor ilustra cómo funcionaba se encuentra en la Biblia, en Jueces, 12. La historia cuenta que después de que los habitantes de Galaad derrotaran a la tribu de Efraín, los efrainitas trataron de cruzar el Jordán de regreso a sus tierras. Los galaditas dispusieron puestos de control a lo largo de la ribera y para poder identificar a sus enemigos los sometían a un simple test consistente en pronunciar la palabra shibboleth. Debido a que los efrainitas no poseían el sonido sh, eran fácilmente identificados cuando pronunciaban “sibboleth”.

La metáfora de la profunda división cultural y económica existente hoy, se ve acentuada por el terrible sentido de este marcador: no hay posibilidad de que el extraño, el pobre, el sojuzgado, logre revertir su situación. Si intenta camuflarse y hacerse pasar por uno de los "incluidos", será descubierto y devuelto a su situación de miseria inmediatamente.
Acá es importante aclarar que estamos ante un caso extremo de discriminación cuyo máximo exponente es el racismo. A diferencia de aquellas situaciones en las cuáles las personas son rechazadas por sus ideas, y por lo tanto pueden en caso de desesperación, renegar públicamente de sus posiciones y aun mintiendo, abrazar la ideología del enemigo mediante declaración o juramento, en los casos de discriminación étnica, no hay salida. No es posible tratar de “convertirse”, no hay como camuflarse, los dominadores no lo permitirán y descubrirán a los impostores. A lo largo de la historia, los shibboleths han adoptado formas muy diversas: desde palabras, hasta tatuajes en la piel como los que usaban los nazis para inventariar a los judíos durante la Segunda Guerra mundial.
El término ha sido registrado desde hace algún tiempo por una empresa de software para un nuevo sistema de identificación y autenticación de usuarios



Me detengo por un momento y me divierto observando las reacciones de la gente. Muchos no entienden de qué se trata, algunos incluso piensan que el edificio ha sufrido un daño estructural por motivos totalmente ajenos al arte. Sólo algunos, los menos, parecen haber entendido la propuesta de Salcedo. Y estamos en Londres, una de las ciudades más civilizadas del planeta. ¿El arte puede ser un shibboleth?
Hay quienes piensan que el arte contemporáneo, se ha convertido en un marcador cultural cada vez más elitista. Y es lamentable, pero en países como Colombia, la misma Doris Salcedo termina siendo un “shibboleth” que sólo puede ser descifrado por uno de cada 100 habitantes.

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