lunes, 15 de diciembre de 2008

Retrato del artista delincuente

Geert Jan Jansen

Junto con el desarrollo del mercado del arte y el incremento espectacular en los valores pagados por piezas únicas de artista renombrados, apareció el arte de la falsificación. Durante el siglo XIX, al no existir las sofisticadas tecnologías de reproducción de imagen con las que contamos hoy, ni el fácil acceso a la información, el negocio de la falsificación de obras de arte proliferó y muchas colecciones, incluso algunos importantes museos terminaron filtrando copias. Los galeristas y los artistas empezaron a protegerse: aparecieron los certificados de autenticidad, los registros e inventarios (que en el caso de algunos artistas incluyen hasta los bocetos a carboncillo). Entrado el siglo XX, los falsificadores tuvieron que abrir nuevos mercados y buscar clientes entre un público menos conocedor.
No fue el caso de Geert Jan Jansen .



Nacido en Holanda en 1943, Geert estudió Arte y a fines de los sesenta abrió dos galerías en Amsterdam, Jacob y Raam. La experiencia resultó un fracaso, por lo que Geert, en su afán por evitar la quiebra, empezó a incursionar en el oficio que lo haría célebre, firmando una gouache como Karel Appel y vendiéndola en 2600 guilders. En realidad, lo único que resultaba falso en todo esto era la suplantación de la identidad. Geert Jan Jansen no “falsificaba” ninguna pieza previamente pintada por Appel sino que creaba una nueva, “al estilo de Appel”. Al poco tiempo, envió “otro Karel Appel”, esta vez a Londres. La casa de subastas quiso asegurarse de la autenticidad de la pieza y le envió una foto al mismo Appel, quien respondió diciendo que reconocía la pieza como suya. Durante la subasta, esta pintura de "Karel Appel-Geert Jan Jansen" alcanzaría un precio récord.

La pregunta entonces es: ¿quién es más falso? ¿Un pintor desconocido que crea una pintura siguiendo el estilo de un colega famoso? ¿O ese pintor famoso, que ha pintado tanto y de manera tan repetitiva que llega a reconocer como propio un cuadro que jamás pintó?

En el cuento “Pierre Menard, autor del Quijote”, Borges nos propone a un personaje cuya inverosimiltud radica en la labor que se propone realizar: volver a escribir, línea por línea, y, de manera exacta, el Quijote, el mismo Quijote escrito por Miguel de Cervantes. Si Pierre Menard hubiera decidido escribir la tercera parte de las aventuras de Alonso Quijano, la historia no resultaría inverosímil (y ciertamente, se perdería el efecto fantástico del cuento), pero además, en caso de lograrlo, nos veríamos obligados a reconocerle a Menard unos méritos literarios similares a los de Cervantes.


Un Modigliani de Geert Jan Jansen

¿Qué sucede cuando un artista decide mimetizarse con otro artista, cuando decide crear dentro de los parámetros temáticos y estilísticos trazados por aquel que admira? ¿Es válido, hoy en día, renunciar a la originalidad, al estilo propio?

En un gesto de cinismo que lo pinta de cuerpo entero, Geert Jan Jansen declaró que le parecía injusto su arresto:


“Cuando Rubinstein ejecuta una sonata de Beethoven el público lo aplaude, pero si yo copio un cuadro de Picasso, voy a la cárcel” – se quejó amargamente.

Al margen de lo interesante que resulta para la reflexión teórica el caso, lo cierto es que en Jansen se conjugan el artista y el delincuente. Y no es el primer ni el único caso en la historia.
Entre 1981 y 1988, Jansen inundó las galerías de Ámsterdam y otras ciudades cercanas con cientos de “falsos” óleos, acuarelas, pasteles, dibujos y litografías de pintores holandeses contemporáneos (Appel, van der Leck, etc) así como de otros tan renombrados como Chagall, Picasso o Matisse. En 1988 se desata el escándalo cuando a raíz de un operativo policial se descubren cientos de obras falsificadas en la galería MAT de Ámsterdam, y el caso termina llevando a la cárcel a 2 galeristas. Geert Jan Jansen logra escabullirse con su amante, cambia su identidad y se instala en una granja en La Chaux cerca de Poitiers, en Francia. Desde este apacible lugar y con un nuevo nombre (Jan van der Bergen) , Geert siguió operando, hasta que en Marzo de 1994, un error ortográfico ocasiona su caída definitiva. Al presentarse en la casa de subastas Karl & Fabber de Munich, el supuesto galerista de la ciudad de Orleáns, Jan van der Bergen entrega dos certificados de autenticidad, acompañando un dibujo de Chagall y una gouache de Asger Jorn. Un error ortográfico en el texto en francés del certificado del Chagall despierta las sospechas de los expertos, quienes llaman de inmediato a la policía. El 6 de Mayo de 1994, Jansen es arrestado y se decomisan más de 1600 obras de arte en su propiedad, entre las que destacan firmas como las de Cocteau, Dufy, Erfman, Charles Eyck, Leo Gestel, Matisse, Magritte, Miró, Warhol, Dalí y Picasso.

Geert Jan Jansen dibujando "a lo Picasso"

Jansen pudo ser juzgado finalmente en el año 2000, y fue sentenciado a 6 meses de prisión. El juez dictaminó que todas las pinturas confiscadas en su granja debían ser destruidas. En su apelación, Jansen exige que las obras no sean destruidas, toda vez que se trataba de “creaciones originales suyas” (pero al estilo de y con la firma de otros artistas), además de algunas piezas originales de los mismos artistas a los que plagiaba.
Rudy Fuchs, director del Steledijk Museum , ministro de Cultura holandés y curador de la Documenta 7, ayudó a Geert a repatriar alrededor de la tercera parte de las obras confiscadas. Luego de “rehabilitarse”, Geert ha empezado a transitar por el camino de la legalidad. Dicta talleres de pintura para niño y jóvenes. Y ha empezado a exponer su propio arte, alcanzando precios cercanos a los 10,000 dólares.

Residencia actual de Jansen, un pequeño castillo en Holanda. Jansen es anfitrión de algunos eventos organizados por la firma de relojes ROLEX, exclusivos para coleccionistas.

Pero también expone sus “falsificaciones”, las mismas que ahora presenta como creaciones propias y auténticas. ¿Cómo? Simplemente no las firma. O las firma con su nombre. Aunque sean pinturas “a lo Chagall”, “a lo Matisse” o “a lo Picasso”.